«Me arrebataron la razón del mundo y me dijeron: gasta tus años componiendo este rompecabezas sin sentido»
Rosario Castellanos dedicó su vida a sus poemas, a su hijo, al amor y a defender a las mujeres, razón que la hace ser recordada como uno de los símbolos del feminismo latinoamericano. Desde pequeña le gustó escribir, y siendo adolescente ya escribía cartas y versos por encargo. La primera desgracia ocurriría en el momento que su hermano muere de apendicitis, cuando apenas tenía 7 años, esto provocó una fuerte depresión en sus padres quienes mueren tiempo después, dejándola sola y con poco dinero para vivir.
Diez años pasaron cuando encontró el amor en Ricardo Guerra, un profesor de filosofía con el que se casó y vivió una vida distinta a la que imaginó; abortos involuntarios e infidelidades fue lo que tuvo que soportar por muchos años, un matrimonio difícil que la llevo a sufrir depresiones que la hicieron escribir poemas, novelas, ensayos, tanto que es comparada con Sor Juana Inés de La Cruz, ya que llegó a practicar todos los géneros literarios.
Su trabajo la hizo ser una mujer admirable, fue promotora de cultura en el Instituto de Ciencias y Artes de Tuxtla Gutiérrez, escribiendo para el periódico Excélsior desde 1963 hasta sus últimos días.
Una mujer que hasta hoy sirve como ejemplo de valentía, inspiración, trabajo y superación.
Entre sus poemas podemos notar a esa que había aprendido a vivir en soledad, que amaba a su hijo como a su vida y que no se consideraba una belleza, decía rehuirles a los espejos.
Balún Canán fue su primera novela, y junto con Ciudad real y Oficio de tinieblas forman la trilogía indigenista más importante de la narrativa mexicana.
Uno de mis poemas favoritos de Rosario Castellanos es “Ajedrez” parte de su obra, “Poesía no eres tú”.
«Porque éramos amigos y a ratos, nos amábamos; quizá para añadir otro interés, a los muchos que ya nos obligaban, decidimos jugar juegos de inteligencia. Pusimos un tablero enfrente de nosotros: equitativo en piezas, en valores, en posibilidad de movimientos. Aprendimos las reglas, les juramos respeto y empezó la partida.
Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando encarnizadamente, como dar el zarpazo último que aniquile, de modo inapelable y, para siempre, al otro»
Muere el 07 de agosto de 1974 a los 49 años en Tel Aviv, a consecuencia de una descarga eléctrica que fue provocada por contestar el teléfono al salir de bañarse. Jaime Sabines, amigo de la autora escribió un poema para ella llamado “Recado a Rosario Castellanos”
Sólo una tonta podía morirse al tocar una lámpara, si lámpara encendida, desperdiciada lámpara de día eras tú.
Una muerte que nos dejó con los poemas de una mujer llena de sueños, versos y virtudes, que luchaba por todas las mujeres, que vivía dentro de lo que escribía, una mujer decidida a mover mentes, y que hasta la fecha lo hace.
